martes, 23 de diciembre de 2008

JULIETA DE LIONCOURT capitols 20 i 21!

= = = = = = = = = = = = = =
eisss que arribem al final!!! queden 5 o 6 capítols
més només i arribem a la "CONVERCIÓ" en vampira jejeje...
les preguntes que m'havia fet algú queden resoltes jiji!
i com que son festes i blabla us deixo 2 capítols de regalet
apalis! a disfrutar-ho!
i merci a tothom que llegeix i-o passa x aquí de tant en tant!
= = = = = = = = = =
JULIETA DE LIONCOURT
CAPÍTULO XX

–Bueno—dijo Armand después de un largo silencio—parece que estamos solos.
Sin remediarlo, empezé a llorar, esa vez sin poder controlarme y empezé a llamar a Lestat sin parar.
–Shh, tranquilizate, ¿qué te pasa?—dijo Armand desconcertado—nadie te hará daño aquí.
–¿Porqué no está Lestat conmigo?—volví a preguntar, llorando—cuando desperté creí que no tardaría en venir a verme y contarme lo ocurrido y la verdad, y estoy en un lugar donde todo el mundo me promete que nadie me hará daño, y que estoy bien aquí, ¿Qué he hecho para estar en un sitio así? ¿Donde estoy?
Armand intentó abrazarme y tranquilizarme pero yo no lo dejé y me apartandé de él.
–Esta es la casa de Lestat y los que estamos aquí somos como su família. Te llevo aquí porqué dentro de poco serás una más y quería que te vigilaramos.
–¿Que me vigilarais una manada de vampiros que no me conocen de nada?—dije, recordando el último encuentro que tuve con UN vampiro que no quería recordar—Pues... está loco. ¿Qué te impediría convertirme en uno de vosotros ahora mismo?
Armand me dirigió una mirada rabiosa y séria, que me hizo recordar a David y un escalofrío me corrió por todo mi cuerpo haciendome temblar. Inconscientemente mire a mi alrededor, como si fuera a aparecer en cualquier momento... Y Armand me abrazó y esta vez no le rechazé.
–Yo no sé lo que piensa Lestat. Puedo leer tus pensamientos así como los de cualquier otro mortal, pero no los de un vampiro como Lestat que los esconde constantemente.
–¿Ya soy una vampira?
–No... aún no.
–Aún no...—repetí, suspirando—Tu si lo eres—dije mirándole fijamente.
–Si, y Gabrielle, y Marius, y todos los que vivimos en la mansión, ya los irás conociendo.
En ese momento me di cuenta que aún íba solo con la toalla, y me entró frio. Armand se dio cuenta y ayudo a vestirme. Abrió un armario que había en la habitación lleno de vestidos preciosos de mujer y me los enseñó uno por uno para que escogiera. Terminé por elegir un conjunto de falda larga y blusa corta de color violeta-claro.
–Me voy—dijo Armand cuando íba a cambiarse—avisme cuando estés.
–No tienes porqué irte—dije yo, sorprendida de mi misma. Pero la verdad es que tenerle cerca me tranquilizaba.
–Como quieras—dijo él y se sentó en la cama, observando como me vestía.
–¿Quién es más viejo?
Él se puso a reír a carcajadas.
–¿Qué quieres decir exactamente con “más viejo”?
–Quiero decir—dije yo, empezando a peinarme—quién hace más años que es vampiro “de los que estáis aquí” y de quienes conozco Tu, Lestat, Louis, Gabrielle...
Él lanzó un suspiro.
–Yo soy de “los más viejos”, aunque Marius(a quién conocerás dentro de poco) me supera, lo mismo que Pandora, Santino...
Me cogió el cepillo y hizo que me sentara mientras me peinaba él.
–Me encanta peinar a las mujeres—me dijo mientras lo hacía—dilo capricho o lo que sea... es una cosa que siempre me ha gustado y me calma.
–¿Calmarte tu?—dije sorprendida, pues desde que lo había visto por 1era vez nunca se había puesto nervioso.
–Aunque no lo parezca la desaparición de Lestat y compañía me asusta también a mí.
–¿Es cierto lo que contó Gabrielle de cuando llegué aquí?
Armand detuvo el cepillo un momento antes de contestar.
–Yo estaba fuera, no puedo saber qué fue verdad o qué mentira. Pero Gabrielle no miente... ella nunca lo hace si se trata de Lestat.
Estuvimos largo rato en silencio.
–Qué prefieres—dijo él—¿cola, trenzas, recogido?
–Cola—dije—¿Que es eso que hablabais tu y Gabrielle de las presencias?
–Es algo complicado de contar..¿te acuerdas de lo que sentiste en el concierto? ¿La presencia incomoda de David y la benefactora de Louis?
–Si, ¿es eso?
–Viene a ser algo así. A ver como te lo cuento. Los vampiros somos especiales...—No pude evitar lanzar una carcajada. Noté como Armand sonreía y siguió—Quiero decir ESPECIALES EN TODO. Puede haber un millón de gente junta, un vampiro a un lado y en el otro lado otro vampiro, y sabremos distingirnos. Porque nuestros pensamientos salen inconscientemente, o por lo que sea... A veces, hay mortales especiales que pueden ver lo que somos, porque son más sensibles, o tienen algún pariente con poderes telepáticos. Se diría que todo va en el mismo lote. Y si un vampiro tiene muchas ganas de conocer una persona, aunque no quiera, consigue sin proponerselo que esa pesona vaya hacia él...
–Que fue lo que le pasó a Louis conmigo.
–Exacto... por lo que me contaba, Lestat hacía tiempo que se había “encariñado” de una mortal, especial según él, tanto que nunca pasó por su cabeza la idea de convertirla en vampiro, aunque si le había pasado esa idea por la mente de Louis, por celos más que nada quién sabe, o quizá también por curiosidad, y también a David Talbot, a ese como sabrás por venganza...
–¿Venganza?
–Si, Lestat lo convirtió en vampiro y no lo asumió bien por su pertenencia a la Talamasca así que quiso vengarse de Lestat... y acabó utilizandote a tí.
–¿Que es la Talamasca?—dije yo, que era la 1era vez que oía ese nombre.
–La Talamasca—siguió Armand, paciente— es como una mena de Inquisición pero que se dedica exclusivamente a observar y perseguir a vampiros, brujas... seres así. Aunque no tenemos que temer porque aunque nos descubran, nunca atreveran a acercarsenos ni decir nada por el miedo que les causamos... Simplemente se dedicaran a “archivar” el caso y seguirnos hasta que se aburren.
En ese momento terminó de peinarme. Me quedé tumbada en la cama, con la cabeza en mis manos, mirandole largo rato. Él se echó a reír.
–¿Qué miras con esa cara de boba? ¿No habías visto nunca a un vampiro?
Me eché a reír también. Me gustaba Armand, me caía francamente bien, por su forma de ser, de hablar, su honradez y sencilleza al contarlo todo... tan diferente de Lestat.
–Uuuuuyy, no te vayas a enamorar de mi eh? Bastante tengo con mi club de adoradoras presenciado por Daniel.
Me eché a reír otra vez.
–No tranquilo, no me ha pasado por la cabeza aún. ¿Quién es Daniel?
Noté que en esto Armand se incomodaba un poco.
–Es... es...
Volví a reír.
–No me lo digas si no quieres!
–No, no pasa nada, igualmente le conoceras. Es mi compañero, para decirlo de algún modo.
–¿Un vampiro creado por tí?
–Sí.
–¿Y tu como te convertiste en vampiro?
–Es una larga história... como la de todos.
Miré al reloj, y quedé sorprendida. Me parecía que había pasado una eternidad, pero tan solo eran las 3 de la noche.
–Tenemos tiempo aún...—dije, pensando en que todos desaparecerían al salir el sol—solo son las tres de la noche.
–Está bien—dijo él, y se tumbó a mi lado—te lo contaré.
= = = = = = = = = = = = = =
JULIETA DE LIONCOURT
CAPÍTULO XXI

Así fue como, por boca de Armand, fuí enterandome de la vida y historia de todos los habitantes de la casa. La suya, la de Lestat, Louis... la pequeña Claudia, Gabrielle, el loco de Nicolás y los vampiros del teatro de Paris, Marius, Daniel... estaba contandome la de Daniel cuando un joven, con apariencia de entre 22-23 años, de normal estatura y delgado, con ojos azules y pelo corto y negro con mechas rojas entró en la habitación. Era él, Daniel, y nada más presentarnos Armand, nos encontrámos como si nos conocieramos de siempre. Yo le pedí a Armand que siguiera contando histórias de los vampiros que tarde o temprano conocería, y con Daniel hicimos buenas migas enseguida, no tardamos nada en juntarnos para tratar de poner histérico a Armand y sacárlo de quicio... me encantaba la forma irónica que tenía Daniel en reírse de Armand. Me contó, en persona própia, su história otra vez, como lo había vivido... pero que enseguida se había “acostumbrando” a la nueva vida.
Estábamos riendo los tres, cuando ellos dos se callaron de golpe... La puerta se abrió, y apareció Lestat por ella, seguido por Louis... Gabrielle no estaba, pero supe que estaba en la casa porque noté presencia.
No dije nada ni me volví al verlos, pero casi salto de la emoción... Noté que ambos estaban nerviosos y preocupados por mí, y Armand y Daniel se fueron dejandonos solos.
Los tres nos quedamos callados, mirandonos. Louis se acercó y me abrazó, sentandose a mi lado, mientras que Lestat se quedaba atrás, sin atreverse a mirarme, incómodo.
–No tienes que culparte—dije, pues supe como se sentia culpable de mi estado—No tienes culpa de nada, no sabías que sucedería.
–Podría haberlo evitado impidiendo que David se acercara a tí.
–¿Y como lo habrías hecho? Estabas actuando con el grupo. No hubieras podido dejar el concierto a medias.
Lanzó un suspiro.
–Podría haber suspendido el concierto. Pensé hacerlo cuando me enteré que David estaba por aquí... Le pedí a Louis que te vigilara sin decirte nada.
–Lestat sabes que no quise que viniera conmigo.
–Ya lo sé, si no te culpo...
–Estamos culpandonos por algo que ya no tiene remedio, mejor dejemoslo y olvidemoslo—dije, empezando a sentirme incómoda enmedio de esa discusión.
–Tienes razón—dijo Lestat—lo que más me preocupa es saber como te encuentras.
–Pues aparte que no puedo andar ni ponerme en pie, y que casi no puedo moverme, dedo decir que bien supongo.
–Lo siento—dijo Lestat acariciando y besandome—de verdad te juro que yo no pensé en ningún momento en convertirte.
–Entonces¿cuál era lo que tenía que esperar?¿Eso que me dijiste aquella noche en Central Park?
–Aquí sobro—dijo Louis—avisadme cuando me necesiteis.
–¡No!—dijimos Lestat y yo al instante, asustandole un poco, y nos quedamos mirandonos.
–Quedate por favor—dije aguantandole la mirada a Lestat.
–Nunca pensé en hacerte daño. Esa noche estaba... me tenías embrujado, no sabía que me decía ni lo que hacía. No era yo...
–El caso es... que ahora si tendrás que convertirme en vampira. Es eso... o acabaré muriéndome.
–¡No digas eso!—gritó Lestat, poniéndose violento y nervioso—No me odies, por lo que más quieras... Te amo demasiado para verte morir y no hacer nada para impedirlo, te llevaré a un hospital, hay opciones...
–¿Cómo me amas?—dije yo, que estaba volviendome violenta y me íba irritando cada vez más—¿Cómo amabas a Claudia?
–¡Júlia!—gritó Louis, pero yo no hice caso y seguí acusando a Lestat.
–¿Como una pequeña muñeca a quién se le tiene que enseñar todo? ¿Cómo la amaba Louis, que la deseó solo por su sangre? Por...
En aquél momento ocurrió. Lestat me dió una bofetada, y al acto empezó a beberse mi sangre... pero enseguida se apartó de mí. Todo empezó a darme vueltas, y me iba mareando cada vez más, me dolía todo y mi cuerpo entero se contorsionaba por el dolor causado por la pérdida de sangre. Vi a Lestat alejarse de mi, gimiendo, y Louis gritándole y sacudiéndole.
–¡Lestat, por el amor de Dios! ¿Qué has echo, la quieres matar realmente?
–¡No puedo hacerlo Louis!—gritó él mirándome—¡¡La amo!! ¡No quiero condenarla a la oscuridad de esa eternidad donde estamos!
–¡Hazlo, Lestat, o morirá! ¡Hace unos segundos decías que no querías verla morir!
–¡No puedo hacerlo, no lo entiendes!
–¡Pues si no lo haces tu lo haré yo!—dijo Louis, y íba a lanzarse sobre mí cuando Lestat le agarró del brazo—¿Quieres que muera?
–¡No quiero otra estúpida sentimental como tú! ¡Todo menos que se convierta en esto!
–¡Diablos Lestat! Se está muriendo, ¡mirala! O lo terminas tu o lo haré yo!
Lestat le soltó de inmediato y Louis se lanzó sobre mí, clavandome sus afilados colmillos donde los había clavado Lestat y bebiendose lo poco que me quedaba de sangre. Mientras lo hacía, Lestat se quedó sentado en el suelo, llorando lágrimas rojas de sangre, mientras nos miraba. Y sin soltarme, Louis me habló...
–Escucha Júlia, me he bebido toda tu sangre... si te dejara así morirías pero no lo permitiré—en ese breve momento me acordé cuando alguién había dicho eso antes, David Talbot… recordar su nombre me hizo tener escalofrios y me llené de pánico, Louis lo notó y me abrazó fuerte; en ese instante pareció como si todo se detuviera, solo estábamos él y yo—. Ahora voy a darte parte de mi sangre para que te conviertas en nuestra compañera, ¡y escúchame bien! Aunque te mareas, veas como todo da vueltas, o por más dolor que sientas, no cierres los ojos en ningún momento, mantenlos abiertos y mirame. No cierres los ojos...
Mientras Lestat bebía de mí, había oído el golpear de un tambor que ahora sabía que eran nuestros corazones. Un corazón mucho más fuerte que el de David, grande y poderoso y sin sentimientos y muy frío. El que oía ahora no era tan fuerte, pero aún así lo era, y pude oír el latir de un corazón joven y grande, y muy noble... ese era el corazón de Louis, que al terminar de hablar se hizo dos cortos en la muñeca y me acerco hacia ella para que bebiera su sangre... Unas gotas de un líquido extremadamente dulce cayeron en mis labios, y apretó la herida para que cayera más sangre. Noté como mis fuerzas me volvían, como volvía a sentirme viva otra vez, me aferré a su muñeca sin darme cuenta... Y al poco todo empezó a darme vuelteas y entonces se separó de mi, gimiendo de placer y por la pérdida de sangre...
Solo una frase me quedó en mente, “no cierres los ojos”... y no los cerré, mientras seguía contorsionando por el dolor y empezaba a sentir como mi cuerpo se moría para dar vida al cuerpo de inmortal... Al final los cerré, solo un instante, y al abrirlos ya todo había cambiado.
Lo que antes veía oscuro, ahora lo veía más claro, y lo que era claro lo veía con un extraño color blanco o amarillo-claro...
Tardé unos momentos en reaccionar, cerré los ojos, los abrí y todo volvió a tener su color normal. Pero mi transformación aún no estaba... Mientras me regiraba, se me había soltado el pelo, y al acto noté unas cosquillas por todo mi cuello; sentí como mi pelo se volvía más corto y cambiaba. También noté que ya no tenía ningún dolor, y me levanté, finalmente, sin decir nada... Louis y Lestat estaban enfrente mío, mirándome boquiabiertos como si no me conocieran. Me eché a reír por su aspecto y me di cuenta que hasta mi voz había cambiado... y tuve que taparme los oídos por el dolor que me produjo mi aguda y alta risa vampírica. Al acto, para comprobar si era realmente cierto o solo era durante un instante, me pose a cantar, y sin saber como, me encontré cantando las canciones que había estado cantando Gabrielle, y sin saber en qué lengua lo hacía. Mi voz se había vuelto muy aguda y dulce, y podía llegar a notas altísimas en que antes no hubiera podido llegar sin quedarme totalmente afónica. Fuí a mirarme al espejo... y di un grito.
= = = = = = = = = = = = = =

No hay comentarios: