jueves, 18 de diciembre de 2008

JULIETA DE LIONCOURT capitol 19

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cada cop queden menys capítols!! diria que en queden 6 o 7
així que... AL LOROOOO!!! (però aviat noves històries,
no va ser l'única que vaig escriure JEJEJE! i què nassos
per imbècils i idiotes no he de deixar de públicar ni
d'escriure! que s'aguantin i es fotin ells anda ia!)
temps perdut? doncs si I MOLT QUE EN VAIG PERDRE!
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JULIETA DE LIONCOURT
CAPÍTULO XIX

Al empezar a chillar yo, Lestat vino rápidamente y me cogió él, no sé como lo hizo ni lo que paso, pero me quedé dormida nada más cogerme él en sus brazos. Lo único que recuerdo fueron sus palabras antes de dormirme...
“Ya no sufras más mi amada y deseada mortal... Llego el momento como te prometí. Ahora duerme y no pienses en nada, que yo vigilaré tu felicidad el resto de la eternidad”.
Me desperté el día siguiente, por la tarde siendo ya oscuro. Estaba en una habitación grande, decorada al estilo antiguo, el gusto de Lestat sin duda. Al lado de la cama había una mesa pequeña y encima una bandeja con comida y bebida, para mí sin duda, aunque no tenía nada de hambre, y solo mirarlo me había sentido fatal y con enormes ganas de devolver así que aparté la vista rápidamente de allí. Había una puerta abierta que conducía al baño, y otra que conducía fuera. Estaba intentando ponerme en pie cuando esta se abrió y entró una mujer mayor, muy hermosa, tanto que me quedé largo rato mirandola. Era bajita y delgada, con ojos azules, y unas facciones en la cara muy parecidas a las de Lestat. Llevaba el pelo corto por las oreja y de un color rojo como el fuego. Ella también me miró largo rato, luego se acercó y me estrechó la mano con firmeza y dulzura a la vez(con su mano fría como de mármol) sonriendo todo el rato.
–Mi hijo sabe escoger bien, lástima que todo haya ocurrido así..
–¿Su hijo?—dije, ya sin asustarme ni extrañarme de nada de lo que pudiera ocurrir a partir de entonces—¿Quién es usted?
–Me llamo Gabrielle—dijo sentandose a mi lado—y soy la madre de Lestat-
Me quedé como si lo supiera de siempre; no fue una sorpresa para mí.
–¿Y qué quiere decir con que Lestat sabe escoger? ¿Donde está él, por qué no está aquí conmigo?
Me miró séria.
–No lo sé donde está, nadie de los que estamos en esta casa lo sabe.
–¿De los que estámos?
–Si. Ya los irás conociendo poco a poco—echó una mirada por la habitación—vaya—dijo al ver toda la comida y bebida entera—veo que no has comido nada, ¿no te gusta lo que hay?
–Grácias, si pero no tengo apetito—dije, y traté de incorporarme aunque una vez levantada casi me caigo si no es porque ella me cogió.
–No hagas esfuerzos, en tu estado no tienes que hacerlos.
De repente empezé a sentirme mal, sin fuerzas, y al mirar abajo todo me daba vueltas... sentí calor y empezé a sudar y sudar, y quería hablar pero no podía porqué me venian ataques de nervios.
–Calmate pequeña, esto es solo que estás enferma y tienes que descansar y tranquilizarte. Todo pasará en cuanto Lestat vuelve y te quedes con nosotros.
Al sentir ese nombre aún me sentí peor y empezé a llorar sin remedio. No entendía porqué Lestat no estaba allí, porqué me había dejado sola en un lugar desconocido y en donde no conocía a nadie, ni porqué no había querido estar junto a mi al despertarme. Gabrielle me abrazó todo el rato, tranquilizandome, hasta que volví a quedarme dormida. No mucho rato pero el suficiente para calmarme y recuperarme. Y al despertar ella seguía allí, a mi lado. Como seguía sudando me ayudó a levantar y me llevó hacia el baño, donde la bañera ya estaba llena. Me metí dentro y dejé que me lavara, como si volviera a ser una niña pequeña y ella mi madre. Entonces empezó a cantar canciones extranjeras, con la voz más dulce que jamás haya oído. Me quedé dentro del agua, llena de jabon y sales perfumadas, y me quedé totalmente relajada, casi como hipnotizada... hasta que una voz masculina lo interrumpió llamando a Gabrielle y entrando en el baño, quedando justo enfrente de mí por lo que me metí rápidamente en la bañera, tapandome. Y apareció un chico joven, de unos 16-17 años de edad, aunque enseguida supe que tenía muchos más. Se sorprendió al verme y sonrió, aunque no se sonrojó como lo habia echo yo.
–Perdona—dijo con una voz muy dulce y joven, y fue hacia Gabrielle, poniendose de espaldas a mí—¿así va mejor?
No dije nada, aunque me tranquilizó al no tener que aguantarle la mirada a un ser tan bello. Era bajito y delgado, con las facciones sumamente delicadas y bellas, la piél blanca y pálida como todos los seres que había conocido ya, y tenía unos inmensos ojos negros y su pelo era largo y de un precioso color ébano.
–No sabía que estabas acompañada—le dijo a Gabrielle—¿Quien es?
Gabrielle había seguido lavándome y cantando como si nada.
–Se llama Julia. —al oír eso me sorprendí; Júlia,¿había dicho? si mi nombre era... ella siguió como si nada— Va a quedarse con nosotros.
El joven lanzo una carcajada.
–Así que otra más en la família... ¿otra obra de Lestat?
Gabrielle le pidió que me ayudara a levantar y mientras el joven me sostenía, me abrigo con una toalla, secándome. Luego nos dirigimos otra vez a la habitación, donde fue secándome el pelo con otra toalla.
–Esa vez ha sido involuntariamente, Armand. Él no quería.
–Bueno si, Marius me ha contado algo al respeto. ¿Se sabe algo de él y de Louis?
Gabrielle suspiró.
–No desde hace horas... llegaron de golpe, entrando volando por la ventana de mi habitación. Lestat estaba completamente fuera de sí, llevándola en brazos, y Louis íba detrás suyo intentando calmarlo sin remedio. Lestat le pidio que sujetara a Julia que no paraba de gritar y golpearlos con todas sus fuerzas... Solo conseguí entender que Lestat no quería, que fue obra de David Talbot... y me pidio que nos quedáramos con ella, que tenía que irse pero no dijo donde. Intenté aturarle pero no pude, y bastante trabajo tenía Louis con sujetarla. Al salir Lestat él me la dió y dijo que intentaría aturar a Lestat que no podía estarse aquí.
–¿Y desde entonces no se ha sabido nada más?
–No. Daniel, Santino, Pandora y algunos de la família han salido a buscarlos pero no los encuentran. Lestat se esconde, y Louis también de vez en cuando.
–Si Lestat no quiere que le encontremos no daremos con él.
–Él único que puede dar con él es Louis y porque lleva su sangre.
–Tu también la llevas...
–Sí, pero no puedo dejarla sola.
Armand(ese era el nombre del joven) me miró, tranquilo, y abrazó a Gabrielle.
–Estás sufriendo por Lestat.
–No es por él... sé perfectamente que no puede pasarle nada, y si pasara, puede defenderse. Temo por Louis. Es más débil y según qué o quién encuentre...
–Lo consideras como tu hijo—interrumpió él.
–Mi hijo adoptivo... y un hermano y gran amigo a la vez.
–Vete a buscarlos. Tranquila, yo cuidaré de ella.
Gabrielle me miró, asustada, y luego miró a Armand.
–¿No estarás pensando...?
–No la convertiré. Sé que Lestat me mataría.
Al final Gabrielle se convenció que podía dejarme con él y salió a buscar a Lestat y a Louis, dejándonos solos. Esto yo lo íba viviendo como si fuera una película donde yo era la protagonista y la espectadora a la vez.
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1 comentario:

Jordi Pinyol dijo...

Ei! Ja havia tret el cap alguna vegada per aquest bloc, encara que reconec que no és dels que visito amb més freqüència
;)

Doncs algun joc més hi ha d'aquests de tirar sabates al Bush. Avui he descobert el grup 'Tírale un zapato a Bush' al Facebook i allí hi ha uns enllaços a 2 o 3 jocs més.