jueves, 29 de enero de 2009

Nova història també de la Julieta de Lioncourt

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S'acaba però no. Segueixo amb una altra història,
no la mateixa però també del mateix personatge.
(aclaració: representa que han passat mesos i que
al final la Julieta ha tallat amb en David)
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21.17 Figueres, 25 de Marzo del 2003

No había pasado mucho tiempo desde que había conocido a Charly; quizá un mes, o tal vez dos. Esos dos meses habian pasado volando, parecía que hubiera vuelto a la vida como mortal.
Pocos días antes que empezara, David vino a verme. No me lo esperaba así que me asusté al notar alguién más en el piso de Charly, pero luego vi que era él.
– ¿No me esperabas, verdad?— dijo, sabiendo de mi sorpresa.
– Pues no —dije algo seca, pues esa visita me incomodaba, siempre terminabamos discutiendo luego de pelearnos — ¿A qué se debe el honor y placer de tu visita?
Pude ver una sombra gris en su cara. Me habia pasado, quizá si, pero tampoco él había tenido mucha delicadeza al olvidarse de mi.
– No te sorprendas, me conoces bien como para saber, cuando hiciste ese vampiro con Lestat, que tarde o temprano vendría a advertirte.
Me reí. Siempre cortés, aunque no estuvieramos juntos, y evitando peleas aunque fuera irremediable.
– ¿Advertirme? ¿Advertirme de que, del daño que me puede hacer Charly si me deja como tú?
Vi como David se ensombrecía más, pero aún así, siguió sin cambiar su expresion séria y fría, como la última vez que nos habíamos visto, y como solia tener ultimamente.
– No me gusta — dijo, a lo que no pude dejar de reírme.
– Vaya, ¿le tienes celos? No nos une nada David, solo la sangre, pero no los sentimientos ni el amor. Así que no tienes derecho a decirme ni a obligarme a hacer o dejar de hacer lo que tu quieras.
– Te equivocas. Soy tu creador, yo te hice, por lo tanto, creo que es logico que me preocupe por qyuebes viven y existen gracias a mi.
No pude reprimir carcajadas. En cierto modo tenía razón, pero si alguien tenía que preocuparse por mí no era él.
– No me hagas reír más — dije, parando — si alguien como creador y responsable de mi existencia, tiene derechos a algo sobre mí, esas “personas” no són más que Lestat y Louis. Tu empezaste el trabajo realmente por vengarte de Lestat. Ellos me amaron, y siguen haciendolo.
– Quizá tienes razón, Pero si como hizo tu amigo que vino a verme y exigirme, tengo derecho a opinar, no crees?
– ¿Charly te vio? — pregunte, sorprendida, pues no sabia nada. David asintió.
– Hace una semana. Quería saber hasta que punto llegaban sus poderes, que se lo contara. No se lo dije.
– Y pq no me pregunto a mi? Fui yo quien le dio los poderes.
– Pq tu nunca te has hecho esta pregunta, ni te has molestado en descubrirlos, por lo tanto es como si no supieras nada, por más que sepas los que tenemos otros vampiros.
– ¿Y se lo contaste?
– Naturalmente, no. Justo cuando me hacía la pregunta vi imágenes de su vida como morotal, supongo que sabes, pero no me gustó. Por eso he venido a advertirte.
– Por favor... No fui yo quien lo quiso convertirlo. Sabes que si lo hize fue por Lestat... Él habría visto, me hubiera advertido. Pero sabe que estaré y estoy bien con Charly, que no me dejará sola como hacías tu.
Pude ver como David enmudecía un momento... quizá recordando lo que habíamos perdido. Pero no perdió, otra vez, la postura fría y seria.
– Lestat siempre fue el consentido del diablo... y un niño mimado, digamoslo claramente, que actuaba sin pensar en las consequencias de sus actos (no hará falta que te acuerde lo sucedido con Akasha, verdad que no?). Te obligo que convirtieras ese Charly en vampiro pq vio que estabas bien con él. Pero no pensó, y supongo que no lo piensa, en si ese acto tendrá consequencias buenas o malas.
– Ya basta — interrumpí, sabiendo que tenia razón pero sin querer admitir que quizá si había precipitado todo y que era verdad que en el fondo yo no conocía a Charly — pareces uin cura y, sermones sobre consequencias es lo último que necesito. Tu tambien, de pensar así, podrías haber pensado que sucedería antes de dejarme libre por el mundo. No te necesito ni dependo de ti. Vete.
– Muy bien, me iré. Pero... aunque haya pasado lo ocurrido entre nosotros, si sientes que necesitas ayuda llamame.
– Grácias, pero no me hará falta, sé cuidarme solita.
– Como quieras. Adiós.
Y fue así como termino la conversacion. Se fue de inmediato, y a los segundos noté la presencia de Charly cerca. Llegó poco después, sonriendo como siempre que me veia.
– Hola princesa — dijo, imitando el personaje de “La Vida Es Bella”, siempre me saludaba de esa manera y me encantaba, me quedaba captibada por esas simples palabras. Él seguia hipnotizandome, volviendome loca, enamorandome con cada uno de sus simples y senzillos gestos. — ¿Cómo te fue el dia hoy?
– Bien mi principe —reí, volviendole el beso— y mucho mejor ahora que estás aquí.
Noté como se reía. Vi algo especial en su mirada, como si me escondiera algo.
– ¿Qué escondes? — pregunte, curiosa, él rió tambien.
– ¿Esconder yo? — dijo, disimulando mal — Nada.
– ¡No seas mentiroso, o te haré cosquillas! — dije lanzandome sobre él y abrazandolo. Se echo a reír.
– Está bien, está bien... no recuerdas que dia es hoy?
Me detuve. La última vez que me habían echo esa pregunta... había sido en mi cumpleaños, el dia que mi padre me había regalado todo ese material de Lestat y su grupo de entonces... Pero ese dia no era mi cumpleaños. Me quite eso de la cabeza, algo nostálgica y recordando el encuentro con Elene e Isabel, e intenté disimular pero Charly supo ver que me pasaba.
– No pongas esa cara, no es el dia de nuestra despedida — dijo, besándome a continuacion más tierno que nunca. Y me cogió en brazos y fue llevandome alpiso inferior, donde en medio del salón había un gran paquete o lo que fuera envuelto con papel de regalo.
– ¿Qué es? — pregunté, cada vez más sorpresa.
– Abrelo, es para ti.
Me dejo al suelo y fui a abrir... lo que fuera que hubiese. Me encontre con una caja de tamaño de una persona, y al abrirla, otra cosa dentro, envuelta en plastico para protegerlo. Abrí, sabiendo que no podía ser otra cosa que un cuadro. Y... en efecto, eso era. Era un retrato mío, donde salía retratada como si hubiera sido echo en el siglo XVIII o XIV, con vestidos de esos tan antiguos, como si fuera una princesa.
– ¿Te gusta?— preguntó Charly, abrazandome por detrás — es mi regalo.
– Me encanta, es perfecto. ¿Cómo conseguiste pintarme sin verme?
Él sonrió.
– Te veía. Recordé cuando y como nos conocimos, fuiste como una aparición, y así te vi. Decidi... que sería mi regalo al hacer un mes de estar juntos.
– Ya hace un mes que vivimos... que te convertí que... — no me salía el final.
– Si — rió él — sin problemas, que me hiciste. Y te lo tengo que agradecer,nunca hubiera imaginado una vida como la que tengo.
– Tu me lo pediste.. —respondí, acordandome por un momento como me había dolido convencerme que tenía que convertirlo o moriría — No me quedó otro remedio.
– Aún tengo otro regalo — dijo, cogiendome por la cintura y levantandome. Fue hablando mientras me llevaba arriba — pero solo te lo haré si me prometas que te lo pondrás.
Naturalmente, dije que sí. No podía negarle nada. Era feliz con él, mucho más de lo que lo había sido alguna vez. Al llegar, me dio otro regalo, más pequeño. Y era el vestido que llevaba en el retrato; antiguo, con muchos cordones por detrás, de “corsé” y sin mangas, falta larga, color verde turquesa, Me encantó.
– La 3era parte del regalo... es pintarte con el vestido, y yo también me disfrazaré, en el mismo sitio y de la misma postura y en el sofá que te pinté por 1era vez... y terminar como no terminamos esa noche.
Lo acaricié, sonriendo, mientras una vez más, veia deseo en sus ojos. No me negue naturalmente que no. Así que él se quedó cambiandose arriba mientras yo me cambiaba abajo, poniendome el vestido, recogiendo y peinandome del mismo modo que en el cuadro, el maquillaje, las joyas, todo igual. Me puse algo narcisista-presumida , y pensé que nunca había estado tan bellaa. Pensé que ojalá fuera un sueño de esos que se repiten y repiten para ser siempre felz, como lo estaba en ese momento. Los gritos de impaciencia tambien de nerviosismo, de Charly me volvieron a la realidad, haciendome sonreir.
– ¿Está la nuvia o vas a tardar... siglos?
Me hizo gracia el comentario. Naturalmente ni se había parado a pensar, y ni lo haría, en el significado-sentido de esas últimas palabras.
– ¿Dónde está la boda, tan rápido ha pasado el tiempo? — dije riendo — Ahora mismo subo.
Termine de maquillarme y peinarme rapidamente y empezé a subir las escaleras. Y justo en ese momento se empezó a escuchar la marcha nupcial. Me puse a reír, y podría haberme puesto roja. Al llegar arriba me encontre a Charly arrodillado(como un subdito delante su rey), vestido completamente de blanco, parecía el principe de cualquier cuento de hadas, me besó la mano, me hizo una reverencia y me indico que pasara. Me reí otra vez, por lo pintoresco que era aquello.
Me tumbé en el sofá, del miso modo que había posado la noche que nos conocimos. Volví a poner un brazo mal, de modo que Charly tuviera que venir a indicarme como posar. Ví como reía y se sonrojaba un poco por encima del lienzo.
– ¿Provocandome ya? — dijo a modo de protesta, y jugueton — eso no vale, me vas a desconcentrar.
– Anda, mentiroso — respondí riendo — con lo que nos conocemos...
Vino hacía mý, y sin pensarlo, me besó apasionadamente, sujetandome por la cintura con una mano, y empezando a acaiciarme lenta y delicadamente todo mi cuerpo. Me estremecí, empezando a sentir placer con cada una de sus caricias, mientras notaba como nos elevabamos. De golpe caímos al sofá y Charly se separó de mí repentinamente. Me quedé atontada, pensando que quizá lo había molestado con algo, pero luego vi que se separaba y se quedaba mirandome, algo aturdido. Lo noté entre asustado y sorprendido, así que me acerqué, cogiendolo por las manos y abrazandolo.
– ¿Qué te pasa cariño, estás bien?
Tardó un poco en responder.
– ¿Si, solo que... ¿Yo he hecho eso?
– ¿El qué? ¿Qué hiciste?
– Volar y hacer que nos elevaramos.
Entonces comprendí que esa había sido la 1era vez que se elevaba y que no sabía que podía hacerlo, pq tal como había dicho David, desconocía lo que podíamos hacer.
–Si cielo, ese es uno de nuestros poderes — respondí, sujetandolo fuerte y elevandonos hasta el techo. Noté como se agarraba a mí, algo asustado (cosa normal) y lo tranquilizé con palabras tiernas, caricias, besos... aunque poco caso hacía, pues seguía despistado y asustado. Mientras hize mover el sofá usando otro de nuestros poderes, con lo que se quedó aún más atónito. Lo coloqué justo debajo nuestro y fui perdiendo altura hasta que nos quedamos tumbados encima del sofá. Una vez echo eso, Charly se despertó otra vez (para decirlo de algún modo) y sonrió mirandome.
– ¿Ya estás bien? — pregunte, sin dejar de abrazarlo ni de acariciarlo. Sonrió.
– Si mi princesa, mi hada voladora.
Reí con eso. Era un exagerado. Me abrazó, agarrandome; me tumbo en el sofá, besandome, mientras el se colocaba encima mio. Me sonroje, como pasaba ultimamente cada vez que lo hacíamos. No sabía pq pero me enrojecía y me ponia nerviosa, cosa que a Charly lo enloquecía, y hacía que aún me deseara más. No me lo había dicho, ni sabía que yo conocía esos pensamientos, pero me gustaba que pasara eso. Me sentía bien, deseada, querida...
– ¿No tenías o querías pintarme? —dije, juguetona, como si me resistiera a sus besos. Vi una sonrisa pícara en sus labios.
– Si querida... — en ese momento empezo a subirme las faldas, y a desabrocharme el vestido y el corsé — pero eso puede esperar.
– ¿Y eso? —seguí replicando, empezando a desnudarlo también y cada vez más nerviosa y sintiendo nuestros cuerpos más juntos.
– Tengo ganas de ti... de tenerte en mis brazos — sonrió, terminando de desnudandome y luego el mismo se quito lo que le quedaba de ropa.
Me abrazó fuerte, nuestros organos se juntaron, haciendome estremecer de placer; un placer que íba subiendo como ninguna de las otras veces que lo habíamos echo. Temblé al besarme fuerte y luego al notar como sus manos me acariciaban las orejas, cuello, bajando hasta mis pechos endurecidos, deteniendose allý y parandose para masajearlos, pellizcandolos... Lo notaba cada vez más dentro de mí, sabía que íba entrandome poco a poco. Se sento, cabalcandome, mientras sus manos corrían por cada rincón de mi cuerpo con la ayuda de sus labios juguetones, suaves y dulces. Oía mi respiraciónagitada, como nunca lo había estado, y también la de él, acompañada por pequeños gemidos suyos, y muchos más míos.
Sus besos empezaron a subir otra vez, mientras el se íba tumbando, sin dejar de hacerme suya. Me besó los pechos otra vez, el vientre, la barriga, el cuello, volviendome ocmpletamente loca del placer que me daba. Mordisqueó cariñosamente mis orejas, hasta que los dos quedamos exaustos. Almenos yo, ya que él o se detuvo con los besos y caricias. Al final me abrazó, y me susurró al oído:
– ¿Quieres ser mala hoy?
Me reí, algo nerviosa. No sabía porque pero tenia la sensacion que algo malo estaba a punto de ocurrir, y me dolía tener ese presentimiento. Normalmente siempre que había presentido algo siendo vampira, se había cumplido.
– No lo heoms sido ya? — dije riendo e intentando besarlo sin éxito, pues él se separaba de mí.
– Si, pero quiero decir AÚN MÁS.
Volvió a besarme las orejas y el cuello, dejandome completamente K.O. ... y entendí lo que quería decir. Decidí aceptar, después de todo era ÉL quien me había echo sentirme más viva y más mujer que nunca. Lo acaricié por la espalda, mientras sentía sus escalofrios (juntamente con los míos) y mientras él se daba la vuelta lentamente. Sentí sus besos bajar otra vez, hasta mi vagina y sus manos sujetandome por detrás. Yo tenía las mías en él ya, y tenía su organo delante demi, durisimo como nunca y excitado. Habia empezado a subirlo por mis pechos, subiendolo hata llegar a mis labios y empezar a besarlo. Yo estaba temblando, pues sentía su lengua dentro de mí y doda yo me agitaba de placer, al igual que él.
De golpe entendí lo que no íba bien; LOS VAMPIROS NO PUEDEN SENTIR PLACER, almenos el carnal-sexual no, y algo no iba bien. En ese momento todo el placer que sentia desapareció, convirtiendose en miedo, pues de golpe había empezado a oír como los golpes de un tambor... y yo sabía lo que significaba eso. Sin que me diera cuenta Charly había hundido sus dientes en mi y estaba bebiendose mi sangre. Intenté gritar y separarme de él, pero en ese presciso instante Charly se separó de mi girandose con un movimiento rápido, quedandonos frente a frente y tapandome la boca con su mano, mientras me inmovilizaba con la otra. Me vinieron las advertencias de David en ese momento... y d repente, Charly, el que había sido mi angelical compañero y refugio durante ese tiempo de confusion y vida mortal, se transformó, ví 1 sonrisa y 1 mirada maligna que nunca le había visto antes. Me tenía atrapada, y pronto dejé de pelear pues la pérdida de sangre ya me había debilitado bastante de modo que me cansé rápidamente. Charly aflojó su mano, dura como una garra de acero. Soltó una risa, fría y cruel, dejandome enmudecida pues nunca antes lo había visto de ese modo. Asustada como estaba, solo pude murmurar el nombre de David entre pensamientos. El rio aun mas, volviendome a entrar. Me estremecí, de miedo.
–Ay, David... demasiado inocente —dijo, riendo a carcajadas y lamiendome, produciendome escalofrios de terror — solo vio una parte infinitamente diminuta de mi... ni si quiera podia imaginar que antes de existir ya podia leer vuestros pensamientos.
Me eché a llorar, entendiendo que se había aprovechado de mí. No sabía de qué modo, pero eso era lo que había echo... y no quería aceptar la razón que tenía David al venir a advertirme. Empezé a mancharme de lágrimas de sangre.
– ¿Por qué? — dije, entre sollozos mientras él se aprovechaba aún más y bevia mis lágrimas — Pq me has hecho eso?
– Tu no me conociste como mortal, solamente unos días.... pero como mortal yo era uno de los delincuentes más buscados de ese país... a parte de que ya era peligroso de por si teniendo en cuenta que siendo mortal ya podía leer la mente de las personas. Multitud de veces me había encontrado con un vampiro, fingiendo no saberlo, y habia deseado convertirme en eso... ¿qué mejor que la eternidad, para conseguir riquezas, el poder de vuestra fuerza, y todos los demás poderes? Cuando nos vimos por 1era vez ya hacía tiempo que te había ido siguiendo dado a tu estado emocional y sabia que lograría que te enamoraras de mí... aunque no tan rapidamente, tengo que reconocerlo. Luego de convertirme descubrí otro placer, el sexo entre vampiros y mortales... y quise probarlo con otro vampiro... Fue cuando me entraron las preguntas sobre qué poderes tendría, y cuando fui a ver a David... Leí en su mente que de alguna manera cuando más sangre obtienes de tu creador más fuerte de vuelves... así que...eso es lo que acabo de hacer.
Esas palabras se clavaron como una aguja en mi corazon sin vida. No dejaba de llamar a David, aunque no lograba encontrarlo. Supe que yo ya no tenía ese poder de llamar a otro vampiro.
– Y que vas a hacer ahora... ¿terminar de matarme?
Charly me besó, aún mi débil resisténcia, dirigiendome otra de sus crueles risas.
– No soy tan imbécil, querida... si te matara, al instante tendría toda la corte de vampiros que vueltan por ahí encima mio, sería mi muerte instantánea. No, eso no lo haré, tengo algo mucho mejor que verás enseguida. Es un pequeño obsequio, espero que te guste comprovar que al menos no serás la única en desaparecer hoy.
Se alejo de mi, asegurandose antes que no podía moverme ni intentar pedir auxilio. Pero yo ya no sentia ni queria intentar nada. Estaba completamente derrotada y fuera cual fuera lo que tenia preparado para mi, estaba segura que era mejor que quedarme allí a su merced. Charly se dirigió hacia el enorme armario que había en la habitacion lo abrió... y mi grito se hubiera oido desde la otra punta del mundo si hubiera podido hablar. Dentro aparecieron Isabel y Elene, completamente dormidas... o mejor dicho drogadas.
– Es otro de mis regalos... — dijo, ante mi asombro, levantando sus cuerpos con su poder y llevandolos a mi lado — cuando me convertiste lo supe todo, absolutamente de ti, dejando mi mente en blanco como para que ni tu ni ese Lestat todopoderoso pudierais leer nada de mi vida, aun no se como David pudo ver algo. De modo que pude ver que os habíais encontrado y fui para “vengarme” de que hubieran sido crueles contigo... ahora tu te vengarás...
– ¿Las has matado?
– No cariño — dijo él, acercandose y cortando las venas de Isabele con un cuchillo que habia sacado del armario — solo estan dormidas... como lo estarás tu dentro de un rato.
La sangre empezó a caer, y aunque no quise, una parte entro en mis labios, produciendome un intenso dolor. Esa vez si grité, completamente aterrorizada.
– ¡¡Laudano!!
– En efecto... me valí de la “crónica” de Louis y de una de las maneras en que Claudia logró “matar” a Lestat. Pero tranquila solo acaba de empezar...
Empecé a notar como mis articulaciones se paralizaban, y como todo dejaba de responder a las ordenes que mi cerebro daba inutilmente... el dolor que sentía era tremendamente agudo, y una y otra vez, aunque sin éxito, grité el nombre de cualquier vampiro del que lograra acordarme. Mientras Charly miraba el espectaculo sentado encima de una mesa, sin dejar de sonreir, y esa imagen me torturaba aún más. Por fin despues de pelearme con mi mísma conseguí separarme de esos cuerpos que yacian encima mio, cayendo al suelo, rodolando sin saber donde me dirigia y mientras mi mente no paraba de dar vueltas. De pronto todo se volvio oscuro; y mis ojos empezaron a cerrarse, mis sentidos dejaron de responder... Y cuando más pensaba que era mi final, oí el golpe de algo que caía contra el suelo, y luego algo que chocaba contra mi cuerpo. De repente oí la voz de alguien conocido... y me dormí sintiendome completamente en paz.
No sé cuanto tiempo pasé dormida, pero recuerdo que desperté... y no pude dejar de dibujar una sonrisa en mi rostro. Estaba en mi habitación, en mi casa de Londres... mi queridisima Londres... Y dentro de mi precioso ataúd plateado con adornos dorados y blancos. Mi maravillosa música de los valses de Viena se oía por toda la casa mientras un aroma familiar se acercaba a mi, besandome en la frente, de modo protector... Abri los ojos, y como ya imaginaba y sabía, me encontré con mi queridisimo Louis a mi lado. Intenté levantarme, aunque sin conseguirlo, a lo que el me ayudo... y lo abrazé con todas mis fuerzas, las pocas que tenía.
– ¿Estás bien? — dijo despues de conseguir desacerse de mi, sin molestarse y siempre dulce y cariñoso. Así era él, un autentico caballero, como siempre.
– Si... como siempre que estás tu... aunque noto mi cuerpo dormido aún.
–Es normal después de lo que te hizo ese ... mejor me callo y no hablemos de eso. Ahora lo importante es que estés bien y te recuperes.
Note como Louis intentaba leer mi mente, saber como estaba, pero no se lo permití. En ese instante decidí que nunca más volvería a dejar que alguién se adueñara de mi como lo había echo Charly y que mi mente estaria siempre en blanco. Solo le dejé leer eso, a lo que asintió, aprobandolo y preocupandose aún sintiendose un poco molesto pq eso le incluía a él.
– Oiste mi llamada? — pregunte, queriendo saber como había sido el final de esa cosa a la que cree. Tambien mientras preguntaba eso decidí que nunca, pasara lo que pasara, haría otro vampiro y que antes mataría o dejaría morir esa persona.
– Claro. — dijo sonriendo y besandome, tranquilizandome al notar un pequeño escalofrio que me habia entrado solo por pensar el nombre de Charly — me llamaste como unas diez mil veces ... y no solo en pensamientos, gritando. No podía ignorarte. También Lestat y algunos de la lista te oyeron... ellos terminaron con Charly sin ninguna dificultad, mientras yo te llevé corriendo a tu ataud. Te conseguí sangre saludable... y aquí te tengo de nuevo.
– Debí haberle echo caso a David... nunca se equivoco en el tiempo que estuvimos juntos... ¿Dónde y como está?
Louis me guiño el ojo.
– Está aquí en Londres, vagando y esperando a poder hablar un dia contigo. Antes hemos hablado.... dice que no te dejará ir tan tranquila y despreocupada y que aunque no lo notes, siempre estará donde tu vayas. Yo creo que aún te quiere... quizá no de la manera que querrías tu pero lo hace.
Suspiré. Saber que David no estaba enojado conmigo, y que seguía preocupandose por mi me tranquilizó completamente, aunque no por eso dejé de pensar en que no quería volver a estar con nadie.
Ya ha pasado un tiempo y hemos hablado algunas veces con David... y delanto de él simulo estar bien, pero el recuerdo de los momentos agradables de Charly me persigue, y también el de los momentos en que estuvo tan sarcástico y cruel conmigo. Ahora encuentro a algun delincuente y no puedo dejar de perseguirlo, asustandolo hasta que se entrega a la policia. Quizá esa es mi manera de vengarme de Charly o de dejar de pensar en él.. Pq sigue en mi mente aunque no quiera, y sigue siendo dueño de mi de alguna manera. Pero sé que está muerto; y aunque me duela, intentaré olvidar el daño que me hizo y recordar solo los buenos momentos. La “vida entre tinieblas” sigue su curso, y yo no seré una excepción. Siempre he seguido adelante y así seguirá siendo.

20.38 Figueres, 19 de Noviembre del 2003
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miércoles, 21 de enero de 2009

JULIETA DE LIONCOURT capitols 26 i ÚLTIM!

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SI GENT!!! SE SENT MOLT PERÒ...
AIXÒ JA S'HA ACABAT!!!!
final.
(no patiu... ja estic escrivint una altra! ah però
no tindra res a veure amb els personatges de la A.Rice!)
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JULIETA DE LIONCOURT
CAPÍTULO XXVI

JULIETA DE LIONCOURT
FINAL – ROMANCE EN LA OSCURIDAD
Finalmente me instalé en Londres, donde vivían bastantes vampiros y vampiras aunque nunca llegaría a conocerlos demasiado bien. Y allí fue donde le volví a encontrar.
Una noche vagando sin ningun lugar donde ir, creí notar una presencia conocida. Creí que era Lestat porque al igual que él, se escondía cuando quería. Con el tiempo yo también llegaría a saber utilizar eso. Sin embargo, al poco vi que no lo era. Cuando andaba cerca de la casa donde vivia noté, de pronto, que alguién me seguía y me paré en seco, haciendo que ese se parara también.
–Has cambiado mucho desde la última vez que nos vimos...
Me giré, reconociendo esa voz de inmediato. Era ÉL.
–En cambio tu sigues siendo igual... señor DAVID TALBOT, detective de la Talamasca.
Él rió.
–Vaya, veo que lo sabes todo... pero no. Ya no pertenezco allí.
–¿Ah, no?
–Me aburrió, y me dí cuenta al conocerte... que ser vampiro era mucho mejor.
Me reí. No me hacía miedo, y no sabía porque, pero en cierto modo me encontraba bien con él.
–No me vengas con cuentos chinos.
–¿Qué cuentos?
–Hacerme creer que estás enamorado de mí.
–¿Porqué lo tendría que estar? Aunque, mirándote y pensándolo bien, no estaría mal.
–Adiós David, ya casi amanece.
–Vaya, qué prisas. Bien, ya nos veremos.
Y así fue como empezó. Nos íbamos encontrando de vez en cuando, hasta que empezó a unirnos algo muy fuerte, más que amistad. Quizá el sentimiento de sentirnos solos enmedio de los mortales... y también entre los inmortales. Nos fuímos a vivir juntos, y al poco éramos pareja “oficialmente”. Cadauno seguía con sus aficiones, él colecionando cosas de vampiros, cosa que nunca dejaría de hacer, y yo viajando y tocando el violín y cantando con más frecuencia ahora. En uno de esos viajes, al centro de Egipto, me encontré con Lestat, quien me saludó y sonrió, burlón.
–Ya veo que no has cambiado nada—dije, a modo de saludo—¿de que te ries?
–Quiero que desmientes lo que rumorean. No me puedo creer que la víctima se acuesta con la mano asesina.
–No tienes porqué meterte en mi vida.
Lanzó una carcajada.
–Ay, mi Julieta, no digas eso. ¿Acaso ya no te acuerdas que soy tu primo?
Me reí.
–Si Lestat, estoy con David. Y estamos bien… de echo estamos MÁS QUE BIEN, MUY BIEN.
Él rió, sin parar durante un rato. Dejé que riera, y cuando terminó, me marche, dejandole así con la palabra en la boca.
No le dije nada de eso a David. Él y yo éramos felices. Había cambiado completamente, conmigo era tierno, dulce, agradable... Podíamos pasarnos noches eternas sin hacer nada más que mirarnos y abrazarnos o mirarnos, volver a abrazarnos…
Pero poco a poco, ese amor fue desapareciendo o escondiendose, pues David aún había ratos en los que no hacía nada más que preguntarme sobre mi vida como vampira, y al principio yo contestaba porque se interesaba por mí, le respondía y hacía casi, hasta que me dí cuenta que todo era curiosidad por lo que sentía yo, y hasta un punto de obsesión. Lo hablamos largamente, hasta que, en vista que no podíamos terminar bien, lo dejamos y fue cuando me fuí otra vez, esa alejandome de lo que eran mis sentimientos y de la persona a quién más amaba aún. Volví a mi ciudad, Nueva York, donde alquilé un piso pequeño, cerca de donde Lestat tuvo el restaurante, y me ganaba la vida dando clases de violín y de canto, pasandomelo francamente muy bien así. Y así viví, sola, hasta que una noche, los traidores recuerdos me llevaron al Central Park otra vez, al lugar donde Lestat y yo nos habíamos reconciliado, para decirlo de algun modo, hacía años. Y allí estaba Louis, quien me contó que ahora vivia con Lestat y Abracadabra, y que seguía echándome de menos. Nos fuímos viendo, a veces con Lestat, hasta que fue él quien me dijo de ir a vivir con ellos.
Y bien, ahora el resto ya lo sabeis. La convivencia de locos en la casa, la llegada de Akasha, y que hace poco David y yo decidimos darnos otra oportunidad. Porque siendo como somos, vampiros y seres inmortales, ¿qué más da que cometamos un error, teniendo todo el tiempo del mundo para remediarlo?

THE END
Y el resto, o continuación... es la que vamos escribiendo día a día en la vida real que nos ha tocado vivir, nos guste o no. Por desgracia ni somos seres bellos con la piel blanca y pálida de quienes se enamoran todo el mundo, ni somos vampiros y ni viviremos eternamente. Ya saben, la vida REAL dura cuatro días, y hay que vivirla alegres y despacio y con buen humor, o pasará deprisa y no habrá servido de nada vivir...

Figueres, madrugada de la noche del jueves 6 al viernes 7 de septiembre del 2001, a las 3:05 a.m.

Quedan reservados todos los derechos a su autora, JULIETA DE LIONCOURT a partir de esta hora y este mismo día, Miércoles, 24 de octubre del 2001, a las 15:25 horas.

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lunes, 12 de enero de 2009

JULIETA DE LIONCOURT capitols 24 i 25!

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I acabem que NOMÉS QUEDA UN CAPÍTOL JA!! final.
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JULIETA DE LIONCOURT
CAPÍTULO XXIV

Una vez en la calle nos quedamos callados, caminando hacia ningun lugar concreto, con la vista hacia el suelo y cogidos de la mano. Y, inconsciente o conscientemente, nuestras pasas se dirigieron hacia Central Park. Una vez allí nos pasamos horas dando vueltas en silencio, hasta que nos detuvimos en un puente, desde donde se podía ver una pequeña cascada y a continuación una tranquila laguna. Lestat suspiró.
–Aquí es donde voy cuando quiero estar tranquilo o quiero pensar... nadie lo sabe, solo tu y Louis.
La luna llena brillaba, iluminandonos y nuestros rostros se reflejaban en las aguas tranquilas. Vi que él me miraba, inquieto.
–Teníamos que hablar...—dije como despertando—no pasear solamente.
Me giré y nos aguantamos la mirada largo rato, sin que ninguno de los dos dijera nada.
–No entiendo lo que nos ocurre—dije, abrazandolo como no lo había hecho desde que era vampira, con todas mis fuerzas y acariciandole—sé que te amo... pero a la vez hay algo que me dice que tengo que alejarme de tí.
El me abrazo y me beso largamente.
–Yo no soy perfecto, mi Julia, mi querida Julieta... No puedo prevenir lo que pasará una vez convierto a un mortal a quien amo en vampiro...
–¿Porqué me dejaste?
Él no dijo nada durante largo rato.
–Estaba... estaba fatal, desconcertado. Te amaba, y te deseaba con todas mis fuerzas sintiendo que lo mejor era que te convirtiera en una vampira, en mi compañera... pero algo a la vez me decía que no podía hacerlo, que te condemnaría a un infierno... Cuando llegué a casa de David, casi no te reconocí... estabas... diferente, como embrujada. Pensé por un momento que quizá serias feliz con David, pero me di cuenta que no estabas bien... y luego tus gritos cuando le lanzé a la mesa, tus insultos... Quería pensar en todo, en qué era lo mejor. Te deje a manos de Gabrielle porque supe que lo aceptaría, y me fuí... en un principio quiese estar solo, pero me di cuenta que Louis íba detras mío, que pensaban que íba a matar a David. Me escondí aquí, y hasta que no estuve más calmado no dejé que Louis me encontrara. Y fue cuando volvimos... Bien, ya sabes lo que ocurrió entonces.
–Si no hubiera ocurrido esto... ¿me hubieras convertido en vampira?
–No lo sé—dijo lentamente, calculando todas las palabras—quizá si... nunca lo sabremos.
–¿Y qué haré ahora? Vagar toda la eternidad como una ánima en pena, completamente sola.
–Sola no. Nos tienes a nosotros, sabes que puedes contar con cualquiera. Ahora eres una más de la família...
–Quizá para vosotros si... pero yo no me siento bien en la mansión—en aquél momento, por primera vez desde que era vampira, pensé en mi vida mortal, aunque friamente—¿Qué pasará ahora con mi “familia mortal”, mis amigas, compañeras y conocidos...
–Se preocuparan por tu desaparición naturalmente... Pero lo que debas hacer es cosa tuya, como lo ha sido siempre. Hay vampiros que, siglos después de convertirse, siguen en contancto con familiares o descendientes o parientes, y los hay que desaparecen y cortan toda posible comunicación con ellos. Pero naturalmente nunca podrás volver a vivir con ellos, a no ser, cosa menos que probable, que les cuentes la verdad y te acepten como eres ahora.
No dije nada.
–¿Qué harás tu?—dijo él.
Se hizo un largo silencio en e cual nadie dijo nada. Nos quedamos abrazados, mirando al río.
–¿Y qué harás con nosotros?—preguntó Lestat, rompiendo el silencio—¿vendrás a vivir con nosotros o te irás por tu cuenta?
Suspiré.
–Tampoco lo sé.
–Antes dijste que no te sentías bien.
–No es eso... Me siento rara allí, incómoda. Todos me tratais bien...
–Solamente has estado una noche aquí... Te quedan muchas para decidir qué haces.
–Cuando decida que hacer, te avisaré.
–Ah me olvidaba—dijo él de golpe, sacandose papeles de los bolsillos—toma.
–¿Que es?—dije, sorprendida y curiosa al ver que se trataban de documentos de identidad, pasaportes, una nueva cuenta en el banco con un numero de dinero que no me atrevo a decir... todo eso, a nombre de “Julia de Lioncourt”, el que sería mi nombre a partir de entonces.
–Nada. Pensé que para ir en este mundo, si quieres ir como mortal, de vez en cuando te piden documentos...
–No hacía falta pero grácias—en aquél momento no pude evitar ponerme a reír.
–¿Que pasa?—preguntó el, sorprendido.
–El carnet... especifica que yo soy tu “prima”. Porqué prima?
Se encogió de hombros.
–Ahora que soy famoso—dijo riendo—¡imagina que hago poner que eres mi esposa!¡la que se arma!
Me puse a reír a carcajadas. Quizá no habíamos hablado todo lo que debíamos... pero era suficiente para mi. Saber que Lestat seguía preocupandose de mí me bastaba, para decirlo de algun modo.
–¿Sin rencor?—dijo él, ofreciendome la mano. Se la estreché.
–Sin rencor... amigos toda la eternidad.
–Amigos...—repitió suspirando—y perdoname por adelantado para todas las veces que te haga sentir mal o te moleste.
–Descuida, lo haré.
Y de este modo tan senzillo, terminamos Lestat y yo. No cuento mis primeras experiencias como “cazadora” porque no creo que valga la pena, y tod@s sabeis ya lo que es eso de sentir el dulce aroma y sabor de la sangre dentro de tí, dandote vida.
Quedan reservados todos los derechos a su autora, JULIETA DE LIONCOURT, a partir de esta hora y este mismo día, Miércoles, 10 de octubre del 2001, a las 14:148 horas.
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JULIETA DE LIONCOURT
CAPÍTULO XXV

Ahora que sabéis como fue mi aparicion en este mundo, solo queda contar pocas cosas ya...
Viví unos 6 o 7 años en la Mansión, el tiempo para conocer la existencia de la familia por un comentario burlón de Lestat, de conocer a mis mejores amigas. Hasta que, por aburrimiento, decidi salir a viajar. Nunca convertí a un mortal en vampiro. A veces me encariñaba con alguno, pero enseguida que me daba cuenta, me íba de ese lugar.
Tengo que contaros uno de esos viajes... el que más recuerdos me trae, aunque intente no recordar. Ocurrió en la romántica ciudad de Venecia, donde hacía meses que residía en uno de los mejores hoteles, mientras íba recorriendo toda Itália, el que fue y sigue siendo mi país preferido a la hora de viajar. Una noche noté algo extraño estando en la habitación del hotel, como si no estuviera sola... y me llevé una grande y agradable sorpresa cuando empezé a notar la presencia de Louis que se acercaba cada vez más, hasta que cuando estaba ya en la puerta de mi habitación, oí como me llamaba. No dije nada, ni podía de lo emocionada que estaba pues hacia algunos años ya que no lo veía. Sin decir nada fuí sonriendo a abrirle, lanzandome en sus brazos, abrazandole y sin parar de besarle.
–¡Louis!—gritaba yo, llena de alegría—¡mi señor! ¡mi eterno compañero!
–Mi niña. ¡Si supieras como te estaba echando de menos!
–¿Se puede saber que haces aquí?—dije, dejandole libre y haciendole entrar.
–Pues visitaba a un amigo—me dijo él—recién llegué ayer, y esta noche ha sido despertarme y empezar a notar tu incansable y inquieta presencia.
Si hubiera sido mortal, el halago me hubiera puesto roja.
–¿Y tu que haces?—preguntó él mientras nos sentábamos en el sofá.
–Viajar, como siempre, ya sabes.
–Si, ya veo...—dudó un poco antes de seguir—¿y sigues tocando el violín y cantando tan perfecto e increíblemente maravilloso como lo hacías cuando vivías con nosotros?
Le tiré un cogín, en broma, agradeciendo todos esos halagos.
–De vez en cuando practico, pero cantar... desde la noche que me convertisteis no lo he vuelto a hacer, eso ya lo sabes.
–Vaya...—dijo él, lamentando—pues que pena, una gran pérdida. ¿No tienes el violín aquí?
–Por supuesto—dije señalando el armario donde estaba—siempre lo llevo conmigo.
Louis sonrió.
–¿Puedo pedirte un favor?
–Depende...
–¿Tocarías y cantarías para mí?
–Mmm... no sé. ¿A cambio?
Louis rió y pensó un poco.
–¿Qué te parece a cambio de pasear toda la noche en góndola los dos juntos? Yo me hago cargo de todo. Música, ambientación...
–¡Jajaja, ambientación, si será la ciudad!
–Bueeeeeeno va está bien. ¡Pero toda la noche! ¿Me lo prometes?
–¿Has comido hoy? Porque sino no aguantarás mi ritmo.
–He comido, tranquila.
–Pues lo prometo.
Entonces cogí el violín, y empezé a tocar y cantar alguna canción que no me viene a la cabeza ahora, solo recuerdo notas y músicas extremadamente románticas, y a Louis contemplandome sin moverse y sin decir nada. Al terminar, hubo un corto silencio, que se rompió por un suspiro de Louis.
–No entiendo... como dejamos que te marcharas. Además de bella, eres lista, tienes la mejor voz de todas las que he oído...
Me puse a reír, algo cortada por tantos halagos en una sola noche.
–Y tu eres muy guapo...—dije, aún riendo, pero seriamente. El rió a carcajadas.
–Cállate, boba.
–Lo digo en sério, no se como Lestat deja que te vayas por ahí con lo “sexy” que te quedan estos pantalones ajustados de cuero negro y la camiseta azul.
–Mejor callemos si tenemos que seguir en ese plan nunca daremos el paseo.
–¡Es verdad! Me arreglo y voy.
Me arreglé lo mínimo que para salir, pues desde que era vampira pasaba de maquillarme a no ser que fueran ocasiones sumamente especiales y llabvaba el pelo a lo natural, pues hiciera lo que me hiciera, la noche siguiente volvía a tenerlo igual. Salimos del hotel cogidos de la mano... y ahí me puse algo nostálgica, pues me vinieron en mente las veces que lo había hecho con Lestat cuando era mortal aún.
Louis me llevo hacia donde había varias gondolas, y una vez allí casi caigo al agua por un chico joven, de unos quince años(mortal aún) que se lanzó en brazos de Louis, gritando alegre.
–¡¡Siñore Louisi!!—gritaba el joven, y al oír que le llamaba así tuve que controlarme la risa—¡Si supiera lo que le añoraba!
Louis rió. Me contó, sin hablar, que con ese chico hacía años que se conocían y que sabía la verdad sobre él y nosotros y que podia confiar en él.
–Exagerado—dijo dandole 50 dolares—nos vimos ayer.
–Cuando no le veo es como si el tiempo pasara muy lentamente, me parece que eran siglos—dijo el joven contando los billetes, y luego fijandose por vez primera en mí—encantado de conocerla, señorina. Los amigos del señor Louisi son amigos miós también, Giovani, a sus servicios.
Dió una reverencia y me besó la mano.
–Encantada de conocerte, hablame de tí ¡por favor! Yo soy Julia.
–¡Los enamorados de Verona!—dijo el, riendo—señores Romeo y Julieta ¿donde quieran que les lleve?—se guardó unos cuantos dolares en los bolsillos y los otros los devolvió a Louis—¡demasiado señor! Con eso tengo suficiente.
Louis no acepto el rechazo.
–Son para tí, 50 como siempre. 30 son para que cierres las orejas y la boca mientras nosotros hablamos.
Giovani sonrió y se guardó los otros dolares. Luego subió a su góndola, ayudandonos a subir a Louis y a mí.
–Bien, ¿donde les llevo?
–¿Donde quieres ir “Julieta”?—dijo Louis riendo. Esa seria la 1era vez que me llamaría así, pq aunque en mis documentos ponía que me llamaba así, todos me llamaban Julia; y eso haría que luego todos me llamaran de esa manera.
–Me da igual, señor Montesco...—dije sin acordarme de como íba la história—tenemos toda la noche.
Louis sonrió y me abrazo, ya tumbados en la gondola que ya se movía.
–Ve por donde quieras, Giovani, pasearemos toda la noche.
–Muy bien—dijo él—pues aguarda, noche, que venimos.
Y ya empezamos a pasear por los canales, hablando a ratos, pero quedando en silencio muchos más, sin decir nada... Hasta que, al pasarnos una gondola, me abrace fuerte a Louis, dandoles la espalda al joven y la chica que íban dentro, y simulando que Louis y yo nos estábamos besando, cosa que le dejó desconcertado y sorprendido.
–¿Qué haces?—dijo sin hablar. Yo también lo hice.
–No hagas nada hasta pasar la esquina—dije solamente, conteniendome las ganas de llorar.
Una vez pasamos la esquina, dejando atrás la gondo,a me puse a llorar sin remedio.
–¡Pero Julia, shh, calmate!, ¿qué ocurre?
–No le había visto jamás, no pensé hacerlo...
–¿A quién? ¿Acaso conocías al joven que íba en la gondola, o a la chica?
Tomé aire y respire profundamente dejandolo ir de golpe después.
–El chico se llama Michael... y era... es mi hermano.
Louis se quedó callado, sin saber qué decir. Solamente me abrazó fuerte todo el rato.
–Cálmate. ¿Te ha visto él a tí?
–No...—lloré otra vez—llevo todos esos años huyendo de mis recuerdos... y cuando lo conseguí casi, son ellos los que vienen hacia mí.
Louis no dijo nada, y yo me callé, y así quedámos el resto del camino.
Al llegar el amanecer casi, nos despedimos de Giovani, y Louis me acompañó hasta la habitación del hotel, donde tenía escondido el ataúd dentro de un armario que siempre llevaba conmigo cuando íba de viaje. Hasta verme más tranquila, Louis no me dejó. No comentó nada al respeto, solamente una pregunta.
–¿Le has leido sus pensamientos?
–Si...—dije más calmada ya.
–¿Qué hace aquí, no te estará buscando?
–No, no sabe que estoy aquí. Se ha casado y está aquí de viaje de bodas.
Finalmente Louis se marchó, dejandome sola. Me metí en el ataúd y hasta la siguiente noche no desperté. No aguanté ni un segundo más allí, el suficiente para despedirme de Louis, y cogí billete del 1er avión que saliera, me daba igual donde, solo quería irme de allí. Esa sería la última vez que tendría notícias de mis mortales.
Quedan reservados todos los derechos a su autora, JULIETA DE LIONCOURT, a partir de esta hora y este mismo día, Miércoless, 10 de octubre del 2001, a las 18:36 horas.
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