martes, 14 de octubre de 2008

JULIETA DE LIONCOURT vs... capitol 10

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JULIETA DE LIONCOURT
CAPÍTULO X

Pero aún eso, ninguna de las tres se atrevería a hacer aquello. Eso era seguro. Ni Isabel se atrevería a hacer eso.
Así estabamos, pensando en todo esto, tan concentradas hablando y discutiendo que podíamos hacer que el sonido del telefono nos sobresaltó a las tres. Como últimamente a alguién se le había dado por llamar a casa y colgar cuando preguntábamos quien era, pensé que sería el gracioso este, así que decidí no cogerlo. Pero íban llamando, y no tuve otro remedio que contestar.
–¿Quién es?—pregunté algo enfadada.
–Que pasa, ¿estás enfadada conmigo? En todo caso tendría que ser al revés, ¿no crees?
Me quedé helada sin saber qué decir. No, no estaba sucediendo, aún estaba soñando...
–¿Oye? ¿Escucha estás ahí?—decía Lestat(si, en efecto era él... ¡Y NO ERA NINGÚN SUEÑO!) al otro lado de la línia—¿No te habrás desmayado otra vez ¿verdad que no?
–¿Eh?—al final reaccioné—ah no... es que me has sorprendido, no esperaba que me llamaras... y...—en aquél momento Isabel y Helene se dieron cuenta de quién era... y por poco se meten a chillar como unas histéricas—y mucho menos después de lo de ayer.
Lestat soltó una carcajada al otro lado del teléfono.
–Si, admito que no tendría que haberte dicho nada más después de lo que me hiciste... Pero es que eso me gustó.
Ese fue el momento donde más sorpendida estuve... me quedé completamente boquiabierta.
–¿Perdona?—balbuceé—has... ¿has dicho que te gustó que te dejara plantado?
Lestat volvió a reír.
–No mujer, eso no, pero tampoco me enfadé mucho, pues alguna vez tenía que pasar... ya ves como me lo temo. Lo que ocurrió es que me gustó que tuvieras el valor de demostrar como eres, y que no te quedaras conmigo solamente por la estrella de rock que soy.
–Ah...—dije, mientras Isabel y Helene me miraban atónitas—bueno y... y... qué ha hecho que me llamaras... y por cierto, ahora no me acuerdo, ¿te dí el teléfono de mi casa? Creo que no.
–No, pero tu padre sí. Hay dos motivos por los que quiero verte... Uno, el más importante... que me olvidé de que ayer era tu cumpleaños. Has recibido mi ramo, espero.
–Si, muchas grácias, en sério que no calia... Ha sido todo un detalle de tu parte, no me lo esperaba.... Porque eso que te hice...
–Venga no te preocupes. Te repito que haciendo eso demostraste, en parte, como eres.
–Bueno para ya, me volveré roja. Canviemos de tema mejor. Aún no sé porqué me has llamado.
–Ay, es verdad. Bueno, uno ya te lo he dicho, para felicitarte por tu cumpleaños.
–Si, eso lo has dicho... y te repito que grácias, que no calia...
–¡Nunca me dejarás teminar como sigamos así!
–Uy, perdona...
–Tranquila, no pasa nada. El otro motivo es... cuando fuiste a recepción, ¿te dieron unas cópias de la llave de mi habitación?
–Si, si que me las dieron... prescisamente antes de que llamaras las he encontrado.
–Bueno, pues como comprenderás no puedes quedarte con ellas...
–Si claro, ya lo entiendo.
–¿Qué te parece si nos volvemos a ver esa tarde y me las vuelves?
Debí poner una cara de alegría y emoción que mis amigas notaron enseguida que estaba sucediendo algo importante.
–Esa tarde... si, de acuerdo. ¿A qué hora?
–¿Te va bien a las siete?
Lanzé una exclamación.
–¿A las siete? ¿Dentro de una hora?
–Si, ¿que pasa algo, te va mal?
–No, no, me va perfecto... ¿donde quedamos?
Él dudo un poco en contestar.
–¿Qué te parece si pasas por mi hotel? Te estaré esperando en recepción... Es posible que tarde pero no te preocupes por eso, intentaré llegar lo antes posible.
–Está bien, perfecto. Nos vemos.
–Si, hasta luego.
Colgué el teléfono y suspiré profundamente. Me quedé mirando a mis amigas. Estaban tan o más excitadas que yo.
–¿Qué ha pasado, qué ha pasado?—me dijeron—por favor, cuentanoslo.
Se lo conté todo, y como yo, quedaron alucinadas.
–Has...has vuelto a quedar con Lestat. Y te lo ha pedido él...—exclamo Helene.
–Ey, recuerda que es solo para devolverle las llaves de la habitación.
–Ya...—interrumpió Isabel y me guiñó el ojo—¿seguro que es solo por eso? No sé, por lo que cuentas... o es imaginación tuya o realmente le causaste muy peo que muy buena impresión.
–Isabel!—dije yo, sonrojandome entendiendo que hablaba con segundas intenciones.
–Oye no creas que esta vez tendrás a Lestat para tí sola otra vez...—dijo Helene.
–¿Qué quieres decir?
En ese momento las dos me cogieron de los brazos, bromeando.
–Ya sabes... o no nos llevas contigo o no te dejaremos ir.
En ese momento las dos me cogieron de los brazos, bromeando.
–¡Qué pesadas que soys!
–Ya sabes... si no nos prometes que nos llevaras contigo no te dejaremos.
Hize un gesto de desesperación.
–¡Ay! Está bien, lo prometo... El pobre Lestat no sabe lo que le espera.
Así quedamos. Y una hora después las tres estábamos ya en el hotel, nerviosísimas, como no. Incluído yo, que aunque era la segunda vez que lo vería, estaba tan nerviosa como si fuera la primera.
©Quedan todos los derechos reservados a la autora, Julieta De Lioncourt, desde ese mismo día, Viernes 4 de Mayo del 2001
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2 comentarios:

Marina Raurell dijo...

m'agraden les teves historietes rollo culebron! jaja.

actualitzes mes sovint que jo, fas rabia. jajaja

Marina Raurell dijo...

mels he anat llegint a trossos! ja mola, encara que els personatges no sapiga quins son, m'enganxa igual.

tu diràs, poca feina (a la feina)! jaja.

ara estic acabant unes coses de feina extra que no tinc mai temps de fer i m'he passat a contestar-te lo del altre dia.

vagi be!!!!