lunes, 12 de enero de 2009

JULIETA DE LIONCOURT capitols 24 i 25!

= = = = = = = = = = = = = =
I acabem que NOMÉS QUEDA UN CAPÍTOL JA!! final.
= = = = = = = = = =
JULIETA DE LIONCOURT
CAPÍTULO XXIV

Una vez en la calle nos quedamos callados, caminando hacia ningun lugar concreto, con la vista hacia el suelo y cogidos de la mano. Y, inconsciente o conscientemente, nuestras pasas se dirigieron hacia Central Park. Una vez allí nos pasamos horas dando vueltas en silencio, hasta que nos detuvimos en un puente, desde donde se podía ver una pequeña cascada y a continuación una tranquila laguna. Lestat suspiró.
–Aquí es donde voy cuando quiero estar tranquilo o quiero pensar... nadie lo sabe, solo tu y Louis.
La luna llena brillaba, iluminandonos y nuestros rostros se reflejaban en las aguas tranquilas. Vi que él me miraba, inquieto.
–Teníamos que hablar...—dije como despertando—no pasear solamente.
Me giré y nos aguantamos la mirada largo rato, sin que ninguno de los dos dijera nada.
–No entiendo lo que nos ocurre—dije, abrazandolo como no lo había hecho desde que era vampira, con todas mis fuerzas y acariciandole—sé que te amo... pero a la vez hay algo que me dice que tengo que alejarme de tí.
El me abrazo y me beso largamente.
–Yo no soy perfecto, mi Julia, mi querida Julieta... No puedo prevenir lo que pasará una vez convierto a un mortal a quien amo en vampiro...
–¿Porqué me dejaste?
Él no dijo nada durante largo rato.
–Estaba... estaba fatal, desconcertado. Te amaba, y te deseaba con todas mis fuerzas sintiendo que lo mejor era que te convirtiera en una vampira, en mi compañera... pero algo a la vez me decía que no podía hacerlo, que te condemnaría a un infierno... Cuando llegué a casa de David, casi no te reconocí... estabas... diferente, como embrujada. Pensé por un momento que quizá serias feliz con David, pero me di cuenta que no estabas bien... y luego tus gritos cuando le lanzé a la mesa, tus insultos... Quería pensar en todo, en qué era lo mejor. Te deje a manos de Gabrielle porque supe que lo aceptaría, y me fuí... en un principio quiese estar solo, pero me di cuenta que Louis íba detras mío, que pensaban que íba a matar a David. Me escondí aquí, y hasta que no estuve más calmado no dejé que Louis me encontrara. Y fue cuando volvimos... Bien, ya sabes lo que ocurrió entonces.
–Si no hubiera ocurrido esto... ¿me hubieras convertido en vampira?
–No lo sé—dijo lentamente, calculando todas las palabras—quizá si... nunca lo sabremos.
–¿Y qué haré ahora? Vagar toda la eternidad como una ánima en pena, completamente sola.
–Sola no. Nos tienes a nosotros, sabes que puedes contar con cualquiera. Ahora eres una más de la família...
–Quizá para vosotros si... pero yo no me siento bien en la mansión—en aquél momento, por primera vez desde que era vampira, pensé en mi vida mortal, aunque friamente—¿Qué pasará ahora con mi “familia mortal”, mis amigas, compañeras y conocidos...
–Se preocuparan por tu desaparición naturalmente... Pero lo que debas hacer es cosa tuya, como lo ha sido siempre. Hay vampiros que, siglos después de convertirse, siguen en contancto con familiares o descendientes o parientes, y los hay que desaparecen y cortan toda posible comunicación con ellos. Pero naturalmente nunca podrás volver a vivir con ellos, a no ser, cosa menos que probable, que les cuentes la verdad y te acepten como eres ahora.
No dije nada.
–¿Qué harás tu?—dijo él.
Se hizo un largo silencio en e cual nadie dijo nada. Nos quedamos abrazados, mirando al río.
–¿Y qué harás con nosotros?—preguntó Lestat, rompiendo el silencio—¿vendrás a vivir con nosotros o te irás por tu cuenta?
Suspiré.
–Tampoco lo sé.
–Antes dijste que no te sentías bien.
–No es eso... Me siento rara allí, incómoda. Todos me tratais bien...
–Solamente has estado una noche aquí... Te quedan muchas para decidir qué haces.
–Cuando decida que hacer, te avisaré.
–Ah me olvidaba—dijo él de golpe, sacandose papeles de los bolsillos—toma.
–¿Que es?—dije, sorprendida y curiosa al ver que se trataban de documentos de identidad, pasaportes, una nueva cuenta en el banco con un numero de dinero que no me atrevo a decir... todo eso, a nombre de “Julia de Lioncourt”, el que sería mi nombre a partir de entonces.
–Nada. Pensé que para ir en este mundo, si quieres ir como mortal, de vez en cuando te piden documentos...
–No hacía falta pero grácias—en aquél momento no pude evitar ponerme a reír.
–¿Que pasa?—preguntó el, sorprendido.
–El carnet... especifica que yo soy tu “prima”. Porqué prima?
Se encogió de hombros.
–Ahora que soy famoso—dijo riendo—¡imagina que hago poner que eres mi esposa!¡la que se arma!
Me puse a reír a carcajadas. Quizá no habíamos hablado todo lo que debíamos... pero era suficiente para mi. Saber que Lestat seguía preocupandose de mí me bastaba, para decirlo de algun modo.
–¿Sin rencor?—dijo él, ofreciendome la mano. Se la estreché.
–Sin rencor... amigos toda la eternidad.
–Amigos...—repitió suspirando—y perdoname por adelantado para todas las veces que te haga sentir mal o te moleste.
–Descuida, lo haré.
Y de este modo tan senzillo, terminamos Lestat y yo. No cuento mis primeras experiencias como “cazadora” porque no creo que valga la pena, y tod@s sabeis ya lo que es eso de sentir el dulce aroma y sabor de la sangre dentro de tí, dandote vida.
Quedan reservados todos los derechos a su autora, JULIETA DE LIONCOURT, a partir de esta hora y este mismo día, Miércoles, 10 de octubre del 2001, a las 14:148 horas.
= = = = = = = = = = = = = =
JULIETA DE LIONCOURT
CAPÍTULO XXV

Ahora que sabéis como fue mi aparicion en este mundo, solo queda contar pocas cosas ya...
Viví unos 6 o 7 años en la Mansión, el tiempo para conocer la existencia de la familia por un comentario burlón de Lestat, de conocer a mis mejores amigas. Hasta que, por aburrimiento, decidi salir a viajar. Nunca convertí a un mortal en vampiro. A veces me encariñaba con alguno, pero enseguida que me daba cuenta, me íba de ese lugar.
Tengo que contaros uno de esos viajes... el que más recuerdos me trae, aunque intente no recordar. Ocurrió en la romántica ciudad de Venecia, donde hacía meses que residía en uno de los mejores hoteles, mientras íba recorriendo toda Itália, el que fue y sigue siendo mi país preferido a la hora de viajar. Una noche noté algo extraño estando en la habitación del hotel, como si no estuviera sola... y me llevé una grande y agradable sorpresa cuando empezé a notar la presencia de Louis que se acercaba cada vez más, hasta que cuando estaba ya en la puerta de mi habitación, oí como me llamaba. No dije nada, ni podía de lo emocionada que estaba pues hacia algunos años ya que no lo veía. Sin decir nada fuí sonriendo a abrirle, lanzandome en sus brazos, abrazandole y sin parar de besarle.
–¡Louis!—gritaba yo, llena de alegría—¡mi señor! ¡mi eterno compañero!
–Mi niña. ¡Si supieras como te estaba echando de menos!
–¿Se puede saber que haces aquí?—dije, dejandole libre y haciendole entrar.
–Pues visitaba a un amigo—me dijo él—recién llegué ayer, y esta noche ha sido despertarme y empezar a notar tu incansable y inquieta presencia.
Si hubiera sido mortal, el halago me hubiera puesto roja.
–¿Y tu que haces?—preguntó él mientras nos sentábamos en el sofá.
–Viajar, como siempre, ya sabes.
–Si, ya veo...—dudó un poco antes de seguir—¿y sigues tocando el violín y cantando tan perfecto e increíblemente maravilloso como lo hacías cuando vivías con nosotros?
Le tiré un cogín, en broma, agradeciendo todos esos halagos.
–De vez en cuando practico, pero cantar... desde la noche que me convertisteis no lo he vuelto a hacer, eso ya lo sabes.
–Vaya...—dijo él, lamentando—pues que pena, una gran pérdida. ¿No tienes el violín aquí?
–Por supuesto—dije señalando el armario donde estaba—siempre lo llevo conmigo.
Louis sonrió.
–¿Puedo pedirte un favor?
–Depende...
–¿Tocarías y cantarías para mí?
–Mmm... no sé. ¿A cambio?
Louis rió y pensó un poco.
–¿Qué te parece a cambio de pasear toda la noche en góndola los dos juntos? Yo me hago cargo de todo. Música, ambientación...
–¡Jajaja, ambientación, si será la ciudad!
–Bueeeeeeno va está bien. ¡Pero toda la noche! ¿Me lo prometes?
–¿Has comido hoy? Porque sino no aguantarás mi ritmo.
–He comido, tranquila.
–Pues lo prometo.
Entonces cogí el violín, y empezé a tocar y cantar alguna canción que no me viene a la cabeza ahora, solo recuerdo notas y músicas extremadamente románticas, y a Louis contemplandome sin moverse y sin decir nada. Al terminar, hubo un corto silencio, que se rompió por un suspiro de Louis.
–No entiendo... como dejamos que te marcharas. Además de bella, eres lista, tienes la mejor voz de todas las que he oído...
Me puse a reír, algo cortada por tantos halagos en una sola noche.
–Y tu eres muy guapo...—dije, aún riendo, pero seriamente. El rió a carcajadas.
–Cállate, boba.
–Lo digo en sério, no se como Lestat deja que te vayas por ahí con lo “sexy” que te quedan estos pantalones ajustados de cuero negro y la camiseta azul.
–Mejor callemos si tenemos que seguir en ese plan nunca daremos el paseo.
–¡Es verdad! Me arreglo y voy.
Me arreglé lo mínimo que para salir, pues desde que era vampira pasaba de maquillarme a no ser que fueran ocasiones sumamente especiales y llabvaba el pelo a lo natural, pues hiciera lo que me hiciera, la noche siguiente volvía a tenerlo igual. Salimos del hotel cogidos de la mano... y ahí me puse algo nostálgica, pues me vinieron en mente las veces que lo había hecho con Lestat cuando era mortal aún.
Louis me llevo hacia donde había varias gondolas, y una vez allí casi caigo al agua por un chico joven, de unos quince años(mortal aún) que se lanzó en brazos de Louis, gritando alegre.
–¡¡Siñore Louisi!!—gritaba el joven, y al oír que le llamaba así tuve que controlarme la risa—¡Si supiera lo que le añoraba!
Louis rió. Me contó, sin hablar, que con ese chico hacía años que se conocían y que sabía la verdad sobre él y nosotros y que podia confiar en él.
–Exagerado—dijo dandole 50 dolares—nos vimos ayer.
–Cuando no le veo es como si el tiempo pasara muy lentamente, me parece que eran siglos—dijo el joven contando los billetes, y luego fijandose por vez primera en mí—encantado de conocerla, señorina. Los amigos del señor Louisi son amigos miós también, Giovani, a sus servicios.
Dió una reverencia y me besó la mano.
–Encantada de conocerte, hablame de tí ¡por favor! Yo soy Julia.
–¡Los enamorados de Verona!—dijo el, riendo—señores Romeo y Julieta ¿donde quieran que les lleve?—se guardó unos cuantos dolares en los bolsillos y los otros los devolvió a Louis—¡demasiado señor! Con eso tengo suficiente.
Louis no acepto el rechazo.
–Son para tí, 50 como siempre. 30 son para que cierres las orejas y la boca mientras nosotros hablamos.
Giovani sonrió y se guardó los otros dolares. Luego subió a su góndola, ayudandonos a subir a Louis y a mí.
–Bien, ¿donde les llevo?
–¿Donde quieres ir “Julieta”?—dijo Louis riendo. Esa seria la 1era vez que me llamaría así, pq aunque en mis documentos ponía que me llamaba así, todos me llamaban Julia; y eso haría que luego todos me llamaran de esa manera.
–Me da igual, señor Montesco...—dije sin acordarme de como íba la história—tenemos toda la noche.
Louis sonrió y me abrazo, ya tumbados en la gondola que ya se movía.
–Ve por donde quieras, Giovani, pasearemos toda la noche.
–Muy bien—dijo él—pues aguarda, noche, que venimos.
Y ya empezamos a pasear por los canales, hablando a ratos, pero quedando en silencio muchos más, sin decir nada... Hasta que, al pasarnos una gondola, me abrace fuerte a Louis, dandoles la espalda al joven y la chica que íban dentro, y simulando que Louis y yo nos estábamos besando, cosa que le dejó desconcertado y sorprendido.
–¿Qué haces?—dijo sin hablar. Yo también lo hice.
–No hagas nada hasta pasar la esquina—dije solamente, conteniendome las ganas de llorar.
Una vez pasamos la esquina, dejando atrás la gondo,a me puse a llorar sin remedio.
–¡Pero Julia, shh, calmate!, ¿qué ocurre?
–No le había visto jamás, no pensé hacerlo...
–¿A quién? ¿Acaso conocías al joven que íba en la gondola, o a la chica?
Tomé aire y respire profundamente dejandolo ir de golpe después.
–El chico se llama Michael... y era... es mi hermano.
Louis se quedó callado, sin saber qué decir. Solamente me abrazó fuerte todo el rato.
–Cálmate. ¿Te ha visto él a tí?
–No...—lloré otra vez—llevo todos esos años huyendo de mis recuerdos... y cuando lo conseguí casi, son ellos los que vienen hacia mí.
Louis no dijo nada, y yo me callé, y así quedámos el resto del camino.
Al llegar el amanecer casi, nos despedimos de Giovani, y Louis me acompañó hasta la habitación del hotel, donde tenía escondido el ataúd dentro de un armario que siempre llevaba conmigo cuando íba de viaje. Hasta verme más tranquila, Louis no me dejó. No comentó nada al respeto, solamente una pregunta.
–¿Le has leido sus pensamientos?
–Si...—dije más calmada ya.
–¿Qué hace aquí, no te estará buscando?
–No, no sabe que estoy aquí. Se ha casado y está aquí de viaje de bodas.
Finalmente Louis se marchó, dejandome sola. Me metí en el ataúd y hasta la siguiente noche no desperté. No aguanté ni un segundo más allí, el suficiente para despedirme de Louis, y cogí billete del 1er avión que saliera, me daba igual donde, solo quería irme de allí. Esa sería la última vez que tendría notícias de mis mortales.
Quedan reservados todos los derechos a su autora, JULIETA DE LIONCOURT, a partir de esta hora y este mismo día, Miércoless, 10 de octubre del 2001, a las 18:36 horas.
= = = = = = = = = = = = = =

No hay comentarios: