martes, 2 de septiembre de 2008

JULIETA DE LIONCOURT 0...... 2.0 xDD

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JULIETA DE LIONCOURT
CAPÍTULO II

Bien, quizá sea algo temprano, pero ya es hora de que
cuente como empezé a moverme en el mundo de las tinieblas.
Y también, como no, que cuente como empezó mi vida a
partir del día que conocí a Lestat.
Yo estaba estudiando en mi habitación, cuando oí que
abrían la puerta y al volverme vi que era mi padre. Me
quedé algo sorprendida pues cuando estaba en época de
examenes tan difícil como en aquél mo-mento toda mi família
sabía que si me encerraba en mi cuarto no quería que me
molestaran por nada del mundo, pues mis estudios eran muy
importantes para mí. Por eso me sorprendí al verle en mi
habitación y aún me sorprendió más que viniera sonriendo,
cosa poca habitual en él pues cuando volvía de trabajar
estaba muy cansado y se tumbaba en el sofá a ver la tele y
desconectaba de todo. Y en aquél momento me miraba sonriendo
y como escondiendo la enorme bolsa que llevaba, con las
manos detrás de la espalda. Me quedé intrigada.
–Hola—dijo, con un tono curioso, algo ironico o intrigante—
¿Cómo estás hoy?
–¿Cómo estoy hoy?—repetí, desconcertada, pues me dí cuenta
que tenía ganas de jugar—Pues bien, como siempre. No sé si
te has dado cuenta pero estaba estudiando—dije algo seca.
Soltó una enorme carcajada.
–Tú tan profunda cómo siempre. Piensa un poco tan solo,
¿en qué dia estamos hoy?
–¿En qué dia estamos hoy? Pues estamos a... a 13
de septiembre.
– ¿No te das cuenta de alguna cosa?
– Ay, ya me estás poniendo nerviosa con tantas preguntas.
Estás extraño, ¿puedo saber qué te pasa?
– Qué pasa dentro de 2 días. Ya no pienso decir nada,
tendrás que averiguarlo tú.
Entonces recordé que dentro de dos días era mi aniversario.
Solté una exclamación.
– ¡Ah, es mi aniversario! Ya sé, me estás escondiendo una
sorpresa... ¿o me equivoco?
Lanzó un suspiro, en broma, y me guiñó el ojo.
– ¡Por fin! Pensé que no te acordarías. Efectivamente,
por eso estoy...
Me puse nerviosa. Cuando mi padre preparaba sorpresas podía
esperarlo todo. Y acababa de acordar-me también que aquella
misma tarde había estado haciendo un reportaje con mi grupo...
y por lo tanto había estado con Lestat.
– Hoy has estado con...
–Si—dijo él, dandome el paquete que había estado intentando
ocultandome— con Lestat de Lioncourt y con todos los miembros
del grupo "Lestat El Vampiro". Y me han dado esto para ti.
Me puse a temblar, mientras desenvolvía el regalo y lo sacaba
de la bolsa. Cuando lo ví lanzé una exclamación de alegría e
inmediatamente me lanzé a mi padre para abrazarlo. No me lo
podía creer. Eran montones de fotos y postales de los miembros
del grupo, todas firmadas y estaban dedicadas, pero sobretodo
había fotos de Lestat. Y el disco firmado por todos y lo más
especial... el libro que había escrito Lestat, ¡que aún tenía
que salir a la venta! Casi me puse a llorar de emoción.
–Pero... ¿Cómo...?—no podía hablar de lo emocionada que estaba.
Estaba radiante.
– Ha sido muy fácil. Cuando hemos terminado el reportaje le he
hablado de ti a Lestat y de que pasado mañana sería tu cumpleaños.
Es una persona increíblemente simpática y agradable. Enseguida ha
hecho unas cuantas llamadas, y al poco tiempo han traído todo esto
en el plató. Pero aún no es todo.
Me quedé atónita, llena de asombro. Tenía más que suficiente con
todo aquello, y aún así, ¿habían más cosas?
– Lestat me ha pedido que te diga eso, que mañana por la tarde
vayas a la recepción del hotel donde están y que digas que tienes
algo reservado a nombre de Lioncourt.
Ahí si que me quedé sin habla. ¿El mismo Lestat quería que fuera
a su hotel? Todo aquello parecía un cuento de hadas. O un sueño.
Era increíble. Abrazé con fuerza a mi padre, sin dejar de darle
las grácias una y otra vez. Sin ninguna duda, en ese momento era
la chica más feliz del mundo. Enseguida fui a coger el telefono
y llamar a mis amigas para que vinieran. Pero algo me hizo detener,
no sé que fue. De pronto pensé que si sabían algo quizá no dejarían
de molestarme, por muy amigas que fueramos, hasta que les pudiera
llegar a presentar a Lestat. Por que, aunque esos fueran pensamientos
muy egoístas, si de algo estaba segura era de que Lestat sería
solo mío. Ni con ellas, mis mejores amigas, quería compartirlo.
Ahora, años más tarde, me río de este comportamiento tan infantil
que tuve. Pero también pienso que, si no hubiera actuado de esa forma,
no hubiera sucedido lo que sucedió. Y me alegro de haber actuado así.
Recuerdo, casi con vergüenza, que esa noche casi no dormí, de lo
impaciente que estaba. Quería que llegara el día siguiente, luego
la tarde. Ese día no fui a clase. Me quedé en casa escogiendo la ropa
que me pondría, vaciando y llenando mi vestuario un montón de veces;
lo mismo con las joyas y luego estuve largo tiempo decidiendo si me
maquillaba o no, hasta que decidí que íria algo maquillada, lo
suficiente para no parecer una vulgar chica pero lo bastante para
destacar un poco. Finalmente me vestí con una camisa de seda azul-
claro que guardaba para grandes ocasiones, una falda larga hasta
las rodillas de terciopelo negro y unos zapatos negros con poco
tacón. Solo me puse unos pendientes en forma de es-trella que
íban de conjunto con el collar y n anillo. Me recogí los largos
cabellos en una trenza, cogí mi abrigo de cuero negro y fui
hacia el hotel.
Al llegar me encontré con montones de chicas en la puerta, esperaban
por supuesto a que Lestat o alguien del grupo saliera. Me abrí
paso entre ellas, evitando que algunas me pisaran o se me echaran
encima, y entré en el hotel tran tranquila como pude y elegantemente.
La recepcionista, una mujer de mediana edad, bajita y delgada y con
mala mirada, me atendió enseguida.
– ¿Qué desea?—dijo, secamente. Por supuesto que estaba harta de
echar a fans que íban preguntando por los músicos. Me puse algo
nerviosa pero intente disimular.
– Verá...—empezé, dudando— mi padre trabaja en la MTV y ayer
estuvo con el grupo "Lestat El Vampiro" que se hospedan en este hotel...
—paré un poco y ella asintió con la cabeza—estubo hablando con el
cantante y según me dijo después mi padre hoy tenía que venir aquí
porque hay algo para mí.
La recepcionista me observó unos segundos, sin decir nada.
– ¿Con que nombre estaba reservado?
– Con el nombre de Lioncourt... no sé de que se trata, solo sé eso,
que viniera y dijera que tenía algo reservado con el nombre de
Lioncourt.
– ¿Nada más?—preguntó otra vez, con cierto tono inquisitivo.
– Nada más, solo sé eso— dije yo, asintiendo.
Dejó ir un pequeño suspiro.
– A ver un momento por favor, ahora lo compruebo.
Y después se fue hacia una pequeña oficina que había allí dentro,
e hizo unas cuantas llamadas.
Miré hacia fuera. Cuando íba al hotel el sol se estaba poniendo,
y el cielo estaba de color rojo, cubierto por algunas nubes pequeñas
y grises. Entonces ya casi había oscurecido y estaban empezando a
caer pequeñas gotas de lluvia. Recordé que tenía que haberme
llevado un paraguas.
Estaba contemplando los coches que cruzaban la calle y la gente
que íba y venía cuando volvió la recepcionista. Debían haber pasado
veinte o treinta minutos desde que había entrado en aquella oficina.
Buscó por debajo de la mesa hasta encontrar un sobre pequeño con
algo dentro.
– Eso es para usted— dijo, después me dio unas llavex—tiene que ir
a la habitación 313.
Me quedé algo perpleja. ¿Habitación 313? ¿Qué quería decir con eso?
Se lo pregunté.
– Solo me han dicho eso—dijo, encogiendo los hombros— tampoco sé
nada más.
Cogí el bolso que había dejado colgando de la mesa y entré al
ascensor para subir al tercer piso. Mientras subía me pregunté que
debía haber en el sobre pero sin saber porqué esperé y no lo abrí.
Finalmente llegué al 3er piso, y justo delante de mí, había la
habitación 313. Y de repente me entró un gran nerviosismo pues sin
saber como sentía la presencia de Lestat cerca. Cuando íba a abrir
la puerta, esa se alejó de mi de golpe y casi me caigo al suelo si
no hubiera sido porque quién la había abierto me sostenió en sus
brazos. Y cuando alzé la vista para ver quién era... no pude aguantar
más y me desmayé. Era el mismo Lestat en persona.
©Quedan todos los derechos reservados a la autora, Julieta De
Lioncourt, desde ese mismo día, viernes 16 de enero del 2001
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